Mi abuelo es un escritor puro, un escritor nato y además un escritor fantástico, fantástico porque es capaz de asir tu mente en un minuto y llevarte con él por sus propios mundos, es difícil entenderlo al abuelo muchas veces, pero siempre es fácil dejarse llevar por su letras. Yo siempre pensé haber heredado algo de él, pero no fue así. Tal vez no quise, no quise porque hubo muchas cosas que de él me perdí, empezando por la figura de abuelo, de quien lo único que tengo es su apellido y miles de historias contadas por intermedio.
Siempre me quejé de eso en silencio, nunca entendí porqué tenía la gracia de tener un abuelo escritor, perdiendo la gracia de haber escuchado siquiera una historia directa, de sus propios labios. Papá hizo su parte, por cierto muy bien, yo pasaba las horas escuchando, sin cansarme de las historias sobre el abuelo y sus viajes a través del mundo y a través de las letras. Muchísimas cosas que vivimos hoy en mi familia, están basadas en las historias del abuelo, sus vidas contadas a través de papá lograron llevarnos a miles de kilómetros desde donde se formó mi familia.
Mi abuelo, para volver al tema, tiene una forma muy peculiar de escribir, es conciso. No recuerdo un libro extenso suyo, no recuerdo escritos largos. En cambio recuerdo haber leído cuentos, poemas y ensayos. Estoy seguro que de alguna manera me perdí de leer las cosas importantes de su colección y he de conocer si acaso, el 10% de sus obras, así que mejor no pecaré de arrogante, alegando conocimiento total de su material literario.
El caso es que la gracia de tener un abuelo escritor y un padre apasionado por el suyo, me ha formado de dos formas: Primero, de alguna manera me ha transmitido alguna facilidad para expresarme mejor escribiendo que hablando. Segundo: me ha dado el regalo de tener un mentor que aprendió a expresarse mejor que yo hablando. Ese mentor es mi papá, de quien no solo tengo su apellido, que viene de aquel, sino que además me ha trasmitido de forma clara y tajante la manera más fácil de entender al abuelo.
A través de los cuentos e historias de papá conocí al abuelo, conocí al abuelo escritor y al abuelo persona, pero sobre todo, conocí al abuelo papá. Esa figura, que tan importante para él, me enseñó a conocer una figura importante para mi, mi papá.
Y es que la historia se repite, mi abuelo es libra, escritor, poeta y sobre todo loco (visto desde los ojos de los demás). Su hijo es libra, escritor, poeta y otra vez, desde los ojos ajenos, también loco. Yo soy un compendio de lo que ellos son, también libra y loco por supuesto, con ínfulas de escritor y con muchas ganas de ser poeta.
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Mi abuelo insiste en decir que un escritor debe ser estudiado a través de sus obras ubicándolo en el tiempo de sus apreciaciones, no estoy seguro de poder explicar mejor que él a qué se refiere, pero un resumen aproximado podría ser este: “Dice mi abuelo que no es lo mismo leer a JC (72) que JC(82), pues después de una década, JC no es el mismo en forma efectiva”. Él hace una explicación intensa del hecho, pero no vale la pena que trate de tomar sus palabras a riesgo de que parezcan mías y mucho peor, que parezcan una mala interpretación de su forma de pensar, me conformo pues con suponer que me he dado a entender con lo que el abuelo quería explicar.
En todo caso, mi abuelo tiene una apreciación correcta si estamos analizando al escritor, pero yo voy a darle vuelta al asunto y diré que uno, como lector también debe analizar las obras que lee bajo ese parámetro, así pues, yo en mi caso podría decir JC(28) a JC(82) y más adelante en los mismos parámetros espacio temporales, decir que no es lo mismo aquello que JC(38) a JC(82). Bueno, todo esto suena a una vulgar copia del pensamiento de mi abuelo, pero a riesgo de pecar de imprudente me tomo la libertad de explicar porqué hago esta acotación.
Hablando, como tantas veces lo he hecho con papá, sobre temas sin nombre pero con mucha verdad, al menos para nosotros, me he dado cuenta de que la lectura te forma, te da una opinión e incluso te da una posición en la vida, te da una razón hasta para crear una figura de vos mismo, basado en los sueños que tengás de tu propia persona. Y esto, naturalmente, cambia conforme el tiempo pasa sobre vos, más bien, a través de vos. Lo que pasa, claro, según mi “punto de vista” es que el tiempo no existe realmente, sino que es una ilusión creada por las limitaciones de nuestra mente animal, pobre y escasa capacidad para percibir la verdad de las cosas, pero como esa verdad es tan relativa como la vida misma, me parece que hablar de ello ahora sería como rebotar y rebotar contra una pared, como si fuera una pelota descontrolada y esa no es mi intención, al menos de momento. Entonces, la lectura te forma y lo que uno lee hoy, no te dará la misma impresión que leer el mismo cuento pasados unos años, porque durante esos años, igual que mi abuelo escritor, uno ha cambiado y algunas veces, de forma radical.
Yo estoy ahora hablando de mi abuelo, o más bien, de lo que él ha dejado tras sus muchos análisis de la vida. Leo ahora un libro pequeño escrito por él, no estoy seguro de que lo hubiera leído antes, pero sí estoy seguro de que algo de el he leído ya, pero no quiero cuestionar mucho el hecho, pues me he quedado con la impresión exacta de lo que el abuelo ha querido trasmitir con el, empezando por el título: “Corrigenda”, se trata de una corrección, al menos desde su “círculo de vista” de algunos de sus escritos, pues él no es el mismo desde el momento en que los escribió por primera vez, al día en que decidió revisarlos, así que quizás lo que ya había leído era su primera versión.
Pero bueno, para mi, la realidad de las cosas tiene otro matiz diferente. Yo he aprendido que la vida no acaba de forma tan simple y que uno continua viviendo y aprendiendo de forma constante y que seguramente, cuando la vida acabe para mi, aún así seguiré aprendiendo. Esto lo sé con certeza por mi propia locura, por lo que el abuelo ha escrito, pero sobre todo, por lo que papá ha dicho. Y es que me acerco al tiempo / edad exacta, en que papá empezó a creer más en él, basado mucho en lo que trajo de su propio papá.
A veces me pregunto si realmente nos une a los tres la lectura, la escritura o más bien la locura por aquellos temas sin nombre, que aunque desde nuestro propia visión son tan similares, son al mismo tiempo, tan diferentes.
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Me apasiona leer y me gusta mucho escribir, pero escribir realmente es algo muy lejano para mi, así que me conformo con leer y leer. De vez en cuando algún tema me atrae de manera suficiente como para querer expresar lo que pienso o lo que me hace sentir en forma de letras, así que es cuando me convierto en un cuasi escritor, pero entonces me leo y me re leo a fin de encontrar un estilo que haga que yo pueda expresar mi locura al menos en forma de letras, pero es entonces cuando caigo en la cuenta de que me hace falta leer mucho más. Cuando leo un autor diferente me pregunto si su estilo influirá mi próximo texto y es cuando realmente me preocupo, pues un escritor debe ser nato, puro, sin influencias, tener su propia conciencia de si mismo y de lo que puede traer al mundo desde su interior, pero luego pienso que inevitablemente estamos influenciados por otros.
Y es eso lo que quise explicar a papá alguna vez, la verdad la encontramos dentro de nosotros mismos, pero resulta que la verdad está disfrazada de otros, está disfrazada de verdad ajena y que a uno, no le queda más que ajustar las influencias ajenas y crear su propia verdad. Es por eso que nuestras propias locuras van cambiando conforme cambia la vida y que la vida cambia conforme se ingresa a nuestro código genético nuevas alteraciones. Así que las influencias son inevitables hasta en nuestro plasma de vida, pero lo que es ciertamente una verdad, es que la locura es un asunto de la sangre y que la sangre se vuelve más pura, cuanto más mezclada está.
De cualquier forma, si miro hacia arriba (como debe ser) mi árbol genealógico, no es más que una raíz, sujetada bien firme en mi propio plasma, formada por todo aquello que ha dejado su parte, convirtiéndome hoy en lo que soy. Un loco con ínfulas de escritor y con muchas ganas de ser poeta.
Entonces pues, he empezado apenas mi tarea de recoger los pedazos de la verdad que he encontrado por ahí, tratando de buscar la manera de nacer de mi mismo.
Es así abuelo? Al menos así lo explicó papá.
Siempre me quejé de eso en silencio, nunca entendí porqué tenía la gracia de tener un abuelo escritor, perdiendo la gracia de haber escuchado siquiera una historia directa, de sus propios labios. Papá hizo su parte, por cierto muy bien, yo pasaba las horas escuchando, sin cansarme de las historias sobre el abuelo y sus viajes a través del mundo y a través de las letras. Muchísimas cosas que vivimos hoy en mi familia, están basadas en las historias del abuelo, sus vidas contadas a través de papá lograron llevarnos a miles de kilómetros desde donde se formó mi familia.
Mi abuelo, para volver al tema, tiene una forma muy peculiar de escribir, es conciso. No recuerdo un libro extenso suyo, no recuerdo escritos largos. En cambio recuerdo haber leído cuentos, poemas y ensayos. Estoy seguro que de alguna manera me perdí de leer las cosas importantes de su colección y he de conocer si acaso, el 10% de sus obras, así que mejor no pecaré de arrogante, alegando conocimiento total de su material literario.
El caso es que la gracia de tener un abuelo escritor y un padre apasionado por el suyo, me ha formado de dos formas: Primero, de alguna manera me ha transmitido alguna facilidad para expresarme mejor escribiendo que hablando. Segundo: me ha dado el regalo de tener un mentor que aprendió a expresarse mejor que yo hablando. Ese mentor es mi papá, de quien no solo tengo su apellido, que viene de aquel, sino que además me ha trasmitido de forma clara y tajante la manera más fácil de entender al abuelo.
A través de los cuentos e historias de papá conocí al abuelo, conocí al abuelo escritor y al abuelo persona, pero sobre todo, conocí al abuelo papá. Esa figura, que tan importante para él, me enseñó a conocer una figura importante para mi, mi papá.
Y es que la historia se repite, mi abuelo es libra, escritor, poeta y sobre todo loco (visto desde los ojos de los demás). Su hijo es libra, escritor, poeta y otra vez, desde los ojos ajenos, también loco. Yo soy un compendio de lo que ellos son, también libra y loco por supuesto, con ínfulas de escritor y con muchas ganas de ser poeta.
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Mi abuelo insiste en decir que un escritor debe ser estudiado a través de sus obras ubicándolo en el tiempo de sus apreciaciones, no estoy seguro de poder explicar mejor que él a qué se refiere, pero un resumen aproximado podría ser este: “Dice mi abuelo que no es lo mismo leer a JC (72) que JC(82), pues después de una década, JC no es el mismo en forma efectiva”. Él hace una explicación intensa del hecho, pero no vale la pena que trate de tomar sus palabras a riesgo de que parezcan mías y mucho peor, que parezcan una mala interpretación de su forma de pensar, me conformo pues con suponer que me he dado a entender con lo que el abuelo quería explicar.
En todo caso, mi abuelo tiene una apreciación correcta si estamos analizando al escritor, pero yo voy a darle vuelta al asunto y diré que uno, como lector también debe analizar las obras que lee bajo ese parámetro, así pues, yo en mi caso podría decir JC(28) a JC(82) y más adelante en los mismos parámetros espacio temporales, decir que no es lo mismo aquello que JC(38) a JC(82). Bueno, todo esto suena a una vulgar copia del pensamiento de mi abuelo, pero a riesgo de pecar de imprudente me tomo la libertad de explicar porqué hago esta acotación.
Hablando, como tantas veces lo he hecho con papá, sobre temas sin nombre pero con mucha verdad, al menos para nosotros, me he dado cuenta de que la lectura te forma, te da una opinión e incluso te da una posición en la vida, te da una razón hasta para crear una figura de vos mismo, basado en los sueños que tengás de tu propia persona. Y esto, naturalmente, cambia conforme el tiempo pasa sobre vos, más bien, a través de vos. Lo que pasa, claro, según mi “punto de vista” es que el tiempo no existe realmente, sino que es una ilusión creada por las limitaciones de nuestra mente animal, pobre y escasa capacidad para percibir la verdad de las cosas, pero como esa verdad es tan relativa como la vida misma, me parece que hablar de ello ahora sería como rebotar y rebotar contra una pared, como si fuera una pelota descontrolada y esa no es mi intención, al menos de momento. Entonces, la lectura te forma y lo que uno lee hoy, no te dará la misma impresión que leer el mismo cuento pasados unos años, porque durante esos años, igual que mi abuelo escritor, uno ha cambiado y algunas veces, de forma radical.
Yo estoy ahora hablando de mi abuelo, o más bien, de lo que él ha dejado tras sus muchos análisis de la vida. Leo ahora un libro pequeño escrito por él, no estoy seguro de que lo hubiera leído antes, pero sí estoy seguro de que algo de el he leído ya, pero no quiero cuestionar mucho el hecho, pues me he quedado con la impresión exacta de lo que el abuelo ha querido trasmitir con el, empezando por el título: “Corrigenda”, se trata de una corrección, al menos desde su “círculo de vista” de algunos de sus escritos, pues él no es el mismo desde el momento en que los escribió por primera vez, al día en que decidió revisarlos, así que quizás lo que ya había leído era su primera versión.
Pero bueno, para mi, la realidad de las cosas tiene otro matiz diferente. Yo he aprendido que la vida no acaba de forma tan simple y que uno continua viviendo y aprendiendo de forma constante y que seguramente, cuando la vida acabe para mi, aún así seguiré aprendiendo. Esto lo sé con certeza por mi propia locura, por lo que el abuelo ha escrito, pero sobre todo, por lo que papá ha dicho. Y es que me acerco al tiempo / edad exacta, en que papá empezó a creer más en él, basado mucho en lo que trajo de su propio papá.
A veces me pregunto si realmente nos une a los tres la lectura, la escritura o más bien la locura por aquellos temas sin nombre, que aunque desde nuestro propia visión son tan similares, son al mismo tiempo, tan diferentes.
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Me apasiona leer y me gusta mucho escribir, pero escribir realmente es algo muy lejano para mi, así que me conformo con leer y leer. De vez en cuando algún tema me atrae de manera suficiente como para querer expresar lo que pienso o lo que me hace sentir en forma de letras, así que es cuando me convierto en un cuasi escritor, pero entonces me leo y me re leo a fin de encontrar un estilo que haga que yo pueda expresar mi locura al menos en forma de letras, pero es entonces cuando caigo en la cuenta de que me hace falta leer mucho más. Cuando leo un autor diferente me pregunto si su estilo influirá mi próximo texto y es cuando realmente me preocupo, pues un escritor debe ser nato, puro, sin influencias, tener su propia conciencia de si mismo y de lo que puede traer al mundo desde su interior, pero luego pienso que inevitablemente estamos influenciados por otros.
Y es eso lo que quise explicar a papá alguna vez, la verdad la encontramos dentro de nosotros mismos, pero resulta que la verdad está disfrazada de otros, está disfrazada de verdad ajena y que a uno, no le queda más que ajustar las influencias ajenas y crear su propia verdad. Es por eso que nuestras propias locuras van cambiando conforme cambia la vida y que la vida cambia conforme se ingresa a nuestro código genético nuevas alteraciones. Así que las influencias son inevitables hasta en nuestro plasma de vida, pero lo que es ciertamente una verdad, es que la locura es un asunto de la sangre y que la sangre se vuelve más pura, cuanto más mezclada está.
De cualquier forma, si miro hacia arriba (como debe ser) mi árbol genealógico, no es más que una raíz, sujetada bien firme en mi propio plasma, formada por todo aquello que ha dejado su parte, convirtiéndome hoy en lo que soy. Un loco con ínfulas de escritor y con muchas ganas de ser poeta.
Entonces pues, he empezado apenas mi tarea de recoger los pedazos de la verdad que he encontrado por ahí, tratando de buscar la manera de nacer de mi mismo.
Es así abuelo? Al menos así lo explicó papá.
1 comentario:
Y porque no también filosofos?. Creo que quzás dentro de poco tiempo consigas esa seguridad en ti mismo que dices que estás cercano a coger (por tiempo/edad en relación a tu padre) y te descubras como escritor que bajo mi punto de vista ya lo eres. Es un placer leerte y eso y solo eso es importante, el estilo, lo académico, debe quedar postergado a pura forma o formalismo, para mi no tienen la menor importancia.
Aunque bajo mi neofito punto de vista, tu tienes tu estilo propio así que: no dudes... creetelo.
Enhorabuna por haber nacido en el seno de una familia tan admirada por ti.
Y en otro orden de cosas ¿podrías enviarme algún pequeño texto de tu abuelo, me has dejado con ganas de leerlo :-))
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